jueves, 7 de octubre de 2010

Momentos ecuménicos de la vida en Ciudad Límite II

Hoy recibimos una invitación de El Fin del Finde, programa trasnochado de domingo en Radio Nacional. La primera vez que nos invitaron, se me ocurrió (en mi manía de editorializar cada aspecto de la vida) un título bien pulenta: "El día que nos echaron de Radio Nacional". Pero ahora, ya no sé si quiero que me echen. O por lo menos, no me gustaría planearlo.
Cambiando de tema, Enrique Symns me mandó un mail que me dolió: "Vete a la mierda tú y tu estúpida nota". Re caliente, iba a contestarle: "Igualmente, canalla", pero me arrepentí. No hay que dejarse llevar por esos sentimientos de arrogancia en un momento como ése. Tontamente, quise ganarme el respeto de un tipo al cual admiro. Y si mis expectativas no se cumplen, ¿qué hago? ¿lo insulto?  De haber hecho eso, me hubiera convertido en un pelotudo importante. Además, el periodista es un traidor, un tipo miserable que utiliza a la gente según su conveniencia o la de sus jefes. Hay que sincerarse en este sentido.
Una vez, un periodista fue a saludar al escritor Charles Bukowsky, y éste le escupió la cara. ¿Qué esperaba de Bukowsky? ¿Un abrazo? Le escribí a Symns que me perdonara si lo había ofendido en algo. Es lo que hubiera hecho Sai Baba, si fuera periodista.
La tercera noticia, es que recibí el llamado de una revista para entrevistar a Cristian Aldana, el cantante de El Otro Yo. "Te vamos a mandar un fotógrafo", me explicó el editor de la sección Cultura. ¡Guau! Un fotógrafo. ¿Y sobre qué voy a reportearlo? Nadie se molestó en decirlo. Libre empresa. ¿No es el Sueño Latino en acción?  Mejor dejemos eso para la Rolling Stone.
Con respecto al Sueño Latino, Sanchez Thompson se propone hacer un diario de Bolivia. Pero este blog limita nuestra capacidad expresiva. ¿Por qué Susana Gimenez tiene su propia revista mensual y nosotros no? No lo sabemos. Lo que sí sabemos, es que Bolivia es la última esperanza de Sudamérica.
Hace mucho tiempo, escribí una canción sobre Bolivia. Y el estribillo es: "En la Paz, moriré de amor". No sé qué carajo simboliza, pero sería muy tonto no subirse a ese torpedo y seguir en el viaje hasta el final.


Barsut El Editor

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